2.4.20

Recursos

Llevo tiempo diciendo que lo peor que me hiciste no fue en sí lo que me hiciste, sino la persona en la que me convertiste. 

No fueron las discusiones, las manipulaciones, el maltrato, la mierda de la que llenaste mi vida. 
Eso no es para tanto. 
Eso lo dejé atrás en cuanto te fuiste para no volver. 
Limpié mi vida y retomé las fuerzas y las ganas de vivir.
Pero algo seguía sin funcionar.

El problema fue que me dejaste sin recursos para enfrentarme a las situaciones que creabas para mí. 
Situaciones normales en la vida de cualquier persona. 
Que no supondrían nada para la mayoría. 
Que no implicarían más de dos segundos en sus pensamientos, y a otra cosa. 
Me volví incapaz de hacer absolutamente nada, mas que encerrarme en el círculo de pensamientos auto-boicoteadores que ibas metiendo en mi mente. 

Y aún a día de hoy sigo siendo esa persona. 
La que no sabe qué hacer. 
La que ve la sombra de tu recuerdo y se bloquea. 
La que no entiende sus sentimientos. 
La que se siente culpable por lo que es culpa suya, y por lo que no. 
La que se siente responsable de ti, la que debe dar la cara por ti, y de esa forma aislarse aún más del resto del mundo. 
La que está sola sin ti, y más sola contigo. 
La que se encierra en sí misma para salir adelante, y se hunde más en el pozo.
La que no es capaz de ver más allá, porque la superficie ya queda demasiado lejos.
La que necesita algo más, y no tiene forma de buscarlo. 
No tiene forma, porque ya no tiene herramientas para recomponerse y salir adelante. 

Sin duda, esa es la peor parte de todas. 
Las armas que me quitaste para poder vivir mi vida después de ti. 
Para poder funcionar con otras personas, y conmigo misma. 
Y me va a costar recuperarlas.

Pero ya he conseguido la primera. 
No voy a volver a fingir que no pasa nada. 
No volveré a hacer como si no me afectara. 
Porque me afecta. 
No reconocerlo es, en realidad, engañarme a mí misma. 

Ya basta de engaños. 
Aún duele. 
Pero ahora, por fin, va a sanar. 

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