4.3.19

¿Soy un maltratador?

Intento pensar en cómo te han hecho sentir las conversaciones de estos días. Siento que, aunque yo no me estaba dando cuenta, sí que estaba siendo mucho más agresivo de lo que percibí. No sé si porque últimamente me he acostumbrado a sentir ese dolor o esa agresividad contra mí mismo y ya no mido cuando sale hacia otra persona; o simplemente porque estoy demasiado roto para tener una relación sana. Nunca he querido hacerte daño Soccte, espero que creas eso. Pero me pregunto si no seré en realidad una persona tóxica para ti. 

Quizá, el perfil en el que uno piensa cuando imagina a un maltratador -me cuesta decir la palabra-, un maltratador, no es esa caricatura de la persona que se sienta y decide un día conscientemente destruir la autoestima de la otra para no sentirse sola, o para que nunca la dejen. Ese perfil de, no sé, villano de opereta que tiene un plan y que decide que quiere romper a la otra persona por maldad, por cobardía, por odio...
Esas personas existen, pero quizá muchos no son así. Son simplemente personas que tuvieron un mal día, y después otro mal día, y otro mal día; y acabaron rompiéndose por dentro. Convirtiéndose en personas que en el fondo son incapaces de amar, incapaces de construir, que solo pueden destruir. 
A veces por el alcohol y por la droga, y a veces supongo que ni siquiera hace falta eso. 

Así que la pregunta es: ¿soy ese tipo de persona?, o ¿podría convertirme en ese tipo de persona?

Respecto a lo segundo tengo que abrirme y ser sincero y decir que seguramente sí. Sí podría serlo, sí podría convertirme en ese tipo de persona. ¿Lo soy? No lo sé. Quiero pensar que no pero...puede que sí que lo sea. ¿Me daría cuenta si lo fuera? ¿Cuando te das cuenta de eso? 
¿Te das cuenta cuando das el primer bofetón? ¿Te das cuenta cuando le dices a la otra persona que es una mierda? ¿Te das cuenta cuando te acercas a ella y reacciona con miedo? 
Eso se parece demasiado a algunas de las cosas que hemos vivido. 

No lo sé Soccte, quizás sí lo soy. Y que te diga que nunca he querido hacerte de menos, si no de corazón siempre he querido estar a tu lado y apoyarte para que te conviertas en la Soccte que quieres ser... pero el camino al infierno está empedrado de buenas intenciones. Quizás no solo no te he apoyado sino que he sido un lastre. 

¿Cómo hubiera ido tu vida si no me hubieras conocido? No lo sé. Me pregunto mucho si quizás sería bueno que lo averiguáramos, que nos diéramos un tiempo, que pudiéramos ver lo que hemos ganado y lo que hemos perdido. 

Y luego pienso que estoy loco por ti y que no quiero renunciar a ti, pero no se si en el fondo te hago más daño que bien. No sé si puedo cambiar. No sé si puedo sacar la mierda de dentro. Pero sí sé que quiero que seas feliz. Conmigo o sin mí es lo de menos. Pero que deberíamos tener claro si yo te hago feliz o no, o si yo te aporto algo bueno o no. Y eso es algo en lo que necesito saber lo que opinas. 

Supongo que quedaba implícito en el mensaje pero... soy consciente de que muchas veces te he culpado explícita o implícitamente de mucha de mi mierda, y que no creo que sea así, y quiero que sepas que lo siento, y que es producto de no saber o no querer enfrentarme a mi mismo y a mi propia mierda. Siempre es más fácil buscar un culpable fuera de uno mimo. Pero lo siento. 

3.3.19

Silencio

A veces ocurre que nos desbordan las circunstancias y no podemos más. A veces sentimos que nos ahogan, que necesitamos huir. A veces nuestra casa deja de ser nuestro hogar y pasa a ser un lugar frío en el que la tensión se puede cortar. A veces no te ves capaz de irte, y te come la situación, y te hunde. Y a veces consigues salir por la puerta y respirar.

Hoy, que comienza un nuevo año, he vuelto a caer en todos los errores que he intentado dejar atrás en los últimos meses. Todos, en un solo día. Y he vuelto a caer en el pozo. 
Al final conseguí salir por la puerta del lugar que alguna vez fue mi hogar, y he acabado en el sitio más insospechado. Escribo estas palabras desde una iglesia. 

La verdad es que estando aquí, en silencio, en medio de estas inmensas paredes que se elevan más allá de donde alcanzan mis ojos húmedos y hundidos, por un ratito me he sentido en casa. Tranquila. Acogida. Siento que puedo entender a todas las generaciones que se han reunido en este mismo sitio en busca de esperanza. No creemos en lo mismo, pero compartimos la necesidad de ese diálogo interno para calmar nuestras penas.

Hasta que la magia del momento se ha roto cuando un cura ha encendido todas las luces, y la gente ha comenzado a entrar. Parece que aún hacen misas aquí, y ha llegado la hora de que vuelva a la realidad.